La reina del hot jazz


Multiinstrumentista, cantante y bailarina, Gunhild Carling es una artista sueca de excepción que la semana próxima actuará por primera vez en la Argentina. Aquí, su increíble historia, el musical entorno familiar, su extrovertida personalidad y los adelantos que nos dio sobre sus shows.

      Hay personas que parecen favorecidas por una varita mágica, de esas que vemos hacer maravillas en los dibujos animados. De otra manera, es difícil entender cómo concentran tantos talentos. Tal es el caso de Gunhild Carling. Nacida en Gotemburgo (Suecia) hace 39 años en el seno de una familia de músicos, Gunhild se destacó desde niña como ejecutante de instrumentos de viento. En 1982, con apenas seis años, empieza a tocar el trombón y la flauta traversa con sorprendentes resultados. En el ’84, cuando toca por primera vez en público, se empieza a hablar de una “niña prodigio”. Al poco tiempo, ya adolescente, incursiona con similar eficacia en el piano y la trompeta. Curisosamente, buena parte de su formación fue autodidacta. Por eso, no fue del todo sorpresivo que con 17 años de edad empezara a dirigir la banda familiar, dedicada ya entonces al hot jazz y al swing. Poco después crearía su propia big band.
      De ahí en más, la carrera de Carling trascendería las fronteras escandinavas por lo atípico de sus dotes artísticos; es que Gunhild no sólo toca varios instrumentos con notable pericia, sino que también canta de manera cautivante, baila diferentes ritmos y brilla sobre el escenario con un carisma especial, no exento de apelaciones al humor. Al mismo tiempo –dato no menor para la escena– tiene una figura de diva hollywoodense que encaja perfecto en las voluptuosas y rubias fantasías que se suele tener de la mujer sueca.
      Hoy en día, Gunhild Carling es un personaje de trascendencia global. Da alrededor de 280 conciertos al año por todo el mundo, cumpliendo con una agenda que parece sobrehumana. Toca principalmente trompeta y trombón, pero en cada show suele mostrar sus llamativas habilidades con otros instrumentos, como el banjo, la armónica, el arpa, la gaita y el contrabajo. Además de cantar y bailar, claro. Es común que sus shows incluyan una mini-sesión de tap. Curiosamente, su repertorio se focaliza en los estilos más antiguos del jazz: dixieland, hot jazz, swing y, en menor medida, en el blues, la música clásica y las melodías de varieté. Llevada a mencionar sus referentes, enumera: “Duke Ellington, Louis Armstrong, Billie Holiday, Lester Young, Coleman Hawkins, Bix Beiderbecke, Harpo Marx, Claude Debussy y Maurice Ravel”. La alegría parece ser una constante en sus espectáculos, atravesados por cierto espíritu de celebración.
      Lo suyo por momentos excede lo meramente musical para entrar en el terreno de lo acrobático, como cuando toca tres trompetas al mismo tiempo o pulsa el banjo mientras hace equilibrio con una trompeta sobre la frente. Acaso el ambiente familiar de artistas, similar al que se da en algunas familias circences, la indujo a intentar ese tipo de destrezas. Lo cierto es que se crió junto a su papá Hans (trompetista y pianista), su mamá Aina (banjoista y guitarrista) y sus hermanos Max (clarinetista, saxofonista y violinista), Gerd (pianista, trombonista y saxofonista), y Ulf (baterista), con quienes integra desde principios de los ‘80 la Carling Family Band. Con ellos, Gunhild además integra otra agrupación más numerosa llamada Gunhild Big Band, que se suele presentar con bailarines de lindy-hop (uno de los estilos típicos de la época en que el swing era muy popular en Estados Unidos). A quienes habría que agregar algunos primos que también trabajan como músicos profesionales. Durante los shows conjuntos, varios de sus parientes también se lucen como acróbatas, malabaristas y bailarines de tap.
      La reseña viene a cuento porque la semana próxima esta bella dama del jazz visitará la Argentina por primera vez. Fiel a su estilo, no se limitará a pasear. Esta vez en calidad de solista, actuará al menos cinco veces en cuatro días. El 14 de mayo dará dos funciones de su vistoso arte, a las 19:45 y a las 22, en el Hotel Regente Palace (Suipacha 964, CABA) con entradas a $140. Al día siguiente, volverá a presentarse a las 21 en Bebop Club (Moreno 364, CABA) con entradas a partir de $200. En ambos lugares, acompañada por un quinteto de músicos argentinos. Ya en San Carlos de Bariloche, el viernes 16, Carling deleitará sólo a quienes estén alojados en el exclusivo Hotel Llao Llao y, al día siguiente, a un público más amplio en el Teatro La Baita de la ciudad patagónica. Esta mini-gira es auspiciada por la Embajada de Suecia en Argentina y por el veterano saxofonista argentino Alfredo Dannemann.
      Consultada por Melografías, Gunhild se mostró ansiosa por estar entre nosotros. “Tengo muchas expectativas, diría que las mejores por el hecho de que mi viaje se da gracias a una iniciativa de gente que aprecio mucho. Entonces, es algo mucho más sentido que un mero cronograma artístico con fines comerciales. A pesar de que todavía nunca estuve ahí, tengo amigos adorables en la Argentina”, asegura, a 12.000 kilómetros de distancia. Consultada sobre el repertorio que planea interpretar acá, contesta: “El más puro swing y jazz tradicional, tanto con temas compuestos por mí como con otros clásicos, como Saint Louis Blues, Dinah o Winter’s day”.
      Tal como puede verse en los muchos videos de sus shows disponibles en la web, la danza forma parte esencial de su propuesta, ora como un número de bailarines invitados o de ella misma, ora como una invitación permanente de su música, eminentemente bailable. “Para mí la danza es una disciplina muy importante dentro de las artes –opina– pero no dejo de ver a mis instrumentos y a mi banda como lo principal a atender”. A poco de ser eliminada junto a su pareja de baile en las semifinales del programa "Let’s dance" de la televisión sueca, agrega: “Siempre voy a permanecer fiel al jazz, desde el más antiguo hasta el swing. Esa música es mi vida y la de los diez miembros de la familia que tocan conmigo. El baile es sólo una actividad que me ayuda a mantenerme en forma y a romper la rutina de un calendario plagado de compromisos”.
      Curiosamente, y para lo que podría esperarse de semejante trayectoria, ha grabado relativamente poco. Sí ha tocado mucho en vivo. Como si desdeñara la posibilidad de capturar el hecho artístico en un disco. Según cuenta, en cada concierto busca contagiar su entusiasmo por la música a los oyentes, particular- mente a los niños. Lo que difícilmente pueda contagiar es su desmesurado talento. A menos que la trompeta pueda oficiar de varita mágica...

Carlos Bevilacqua

En la imagen, Gunhild Carling. Foto tomada de su sitio web, www.gunhildcarling.net 


Publicado el 10-5-2014.