Y ya que venimos de piano, vamos a seguir recorriendo el teclado albinegro, pero ahora con jazz, porque vamos a escuchar a Duke Ellington, pianista, compositor, arreglador y director de orquesta, de los más talentosos de la historia del jazz. Duke (duque, en inglés) fue un apodo que recibió por la elegancia de su música y de su manera de ser. Su verdadero nombre fue Eduard Kennedy Ellington. Nació en 1899 en Washington, la capital de Estados Unidos, en un contexto inusual para un afroamericano, porque al ser hijo del mayordomo de la Casa Blanca no sufrió las privaciones económicas que sufría la mayoría de los negros y pudo empezar a estudiar música desde muy chico.
Empezó a tocar el piano a los 7 años, durante la adolescencia ya componía y a los 17 ya había debutado profesionalmente en una agrupación de ragtime, ese estilo de piano vivaz y muy rítmico tan característico de los primeros tiempos del jazz. Luego de tocar con diversas agrupaciones en Washington, fue contratado para actuar en Nueva York, primero en el Kentucky Club y después en el legendario Cotton Club, donde los negros eran contratados para tocar pero no tenían permitido ir a escuchar como público, ni siquiera siendo parientes o amigos de los músicos. Sí, algo así como el apartheid antes del apartheid.
Fue en ese período que Ellington formó su primera orquesta que llegó a tener diez miembros (estamos hablando de los años '20). Allí fue donde Ellington desarrolló su “sonido de la jungla”, introduciendo en los arreglos trompetas rugientes, clarinetes ululantes y otros efectos para generar un ambiente como de selva africana. La banda se mantuvo en una cumbre de popularidad entre 1932 y 1942, ya con 14 integrantes. Uno de los músicos que más aportes realizó a la orquesta de Duke Ellington fue el también pianista Billy Strayhorn, particularmente como compositor y arreglador.
Después de la Segunda Guerra Mundial, Ellington siguió trabajando no sólo con su orquesta sino también con otros grupos más chicos y empezó a componer obras conceptuales, algunas de ellas litúrgicas. Aunque con menor repercusión mediática, siguió trabajando hasta su muerte, en 1974.
¿Pero en qué radica, musicalmente, el valor de Ellington? Dice el musicólogo Richard Carlin que si bien fue un pianista excepcional, su fama proviene más de sus arreglos y composiciones de gran expresividad creativa. En otro pasaje, Carlin destaca “un plácido refinamiento citadino” en contraposición a la rudeza del jazz primigenio de Nueva Orleans, la continuidad de muchos de los músicos de su banda (lo que le permitió confiarles roles protagónicos), el “llamado y respuesta” entre diferentes instrumentos, y el hecho de haber logrado ser un artista sofisticado y a la vez popular, de esos que seducen a primera escucha.
Y hablando de escuchas, sean estas primeras, terceras o decimoquintas, vamos a escuchar a Duke Ellington en tres temas:
I can’t get started (Gershwin - Duke), por Duke Ellington acompañado por Aaron Bell en contrabajo y Sam Woodyard en batería. Grabación de 1961, del disco El piano en primer plano.
The mooche (Ellington - Hills), por la Orquesta de Duke Ellington, grabado en 1928. Acá se puede percibir bastante del sonido de la jungla del que hablábamos.
Take the A train (Strayhorn) por la Orquesta de Duke Ellington. Un clásico de su repertorio, con todo el swing bien bailable, típico de la época en que Ellington reinó.
Libreto del programa n° 4 de Melografías, emitido el 26-7-2011 por Radio Semilla, FM 106,7 MHz de la ciudad de Buenos Aires.